¿Crees que existe el regalo perfecto de San Valentín? ¿Qué opinas de un regalo que se entrega el 14 de febrero pero que dura todo el año? ¿Qué me dirías de algo que crece al tiempo que se entrega y que se retroalimenta de un modo imparable? Además ¿y si te digo que es absolutamente gratis? No, no es el amor…
Ya sé que algunas no celebráis San Valentín por todo el bombardeo comercial que conlleva y esa sensación de obligatoriedad… ¡hay que demostrar el amor todo el año! Oigo que gritáis alguna. Y estoy de acuerdo, pero también estoy a favor de los rituales que asientan hábitos, de recordatorios de calendario para cuando nos hemos despistado y sobre todo, soy una firme creyente de que tener un día para la pareja y que nada más se cruce por el camino no es solo bonito si no necesario.
A lo mejor no necesitas tener un día marcado en la agenda, pero al ir como vamos en esta vida de locos, no está mal que haya una fecha en rojo que te recuerde por qué elegiste a esa persona para compartir el resto de tu vida.
Como digo al principio hoy te animo a regalar algo muy especial, algo que va más allá del amor (si se puede) y es la atención.
Visto desde fuera parece que el día de los enamorados sea el día de la pareja, el día de la relación, el día de los regalos, de los corazones de chocolate y de los ramos de rosas.
Visto desde dentro el día de San Valentín es para mí el día “del otro”. Una ocasión única para dejar los planes de futuro a un lado, los malabarismos económicos, las divergencias de gustos y opiniones, una oportunidad excelente para escuchar y conocer a tu pareja.
Si eres de esas mujeres que tiene relaciones donde todo son conversaciones, apertura, honestidad y entrega 24/7 te felicito; pero si crees que necesitas de vez en cuando un momento de reconexión con el ser que hay detrás de esos ojos que miras al despertar, la mente que habita esa cabecita que te vuelve loca, el alma que anida en el latido del corazón que escuchas por la noche… hoy es un buen día para abrirte, para escuchar, para regalar tu atención plena.
Imagina que vivimos con una linterna cada uno. Que tu pareja tiene una y tú tienes otra. Durante el año nos pasamos enfocando la linterna en el trabajo, en los planes de futuro, en la economía, en los libros, las series, los viajes, los niños… si una relación está equilibrada probablemente ambas linternas enfoquen lo mismo y con la misma intensidad y si una pierde pila la otra se esfuerza por dar más luz.
Hoy te invito a que vuestras linternas enfoquen a lugares diferentes: la tuya a él, la suya a ti. No se trata de anularnos o de desaparecer de la ecuación. Lo que te propongo es un día en que, sin necesidad de regalos caros, tartas de chocolate, rosas o noches de cine estemos absolutamente inmersos en re-conocer a ese ser humano con el que compartimos nuestros días, nuestras penas y nuestras glorias, por aquel que decimos que hacemos las cosas, a aquel que le exigimos que nos tenga en cuenta… simplemente observarle, escucharle y aprender un poquito más sobre él (o ella).
Un gesto tan sencillo se puede hacer en cualquier momento pero quizás es necesario una fecha en rojo en el calendario para que nos recuerde que nuestra pareja es única, es perfecta para nosotros, es un gran maestro y es, de hecho, nuestro compañero de batallas.
Cenas en el Ritz, regalos de cientos de euros o fines de semana en un spa en Budapest no sirven de nada si las linternas siguen enfocando hacia fuera en un día como hoy, el día de celebrarnos los unos a los otros.
Encuentra el equilibrio y la fuerza para no tener que ahorrar en atención y entrega. Cada día es una oportunidad de enfocar la linterna en el lugar adecuado, no olvides que, al final, la decisión es solo tuya.
¡Feliz día “del otro”!
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