Hola!
Feliz sábado a tod@s! Ya queda menos para Navidad! Y aprovechando la cercanía de estas fiestas quería hacer un post reflexivo sobre nuestra forma de consumir, y más aún, en momentos del año como este cuando parece que comprar sea una obligación. Imagínate por un momento que le dices a tu familia que no quieres ningún regalo para Navidad ¿lo respetarían? Apuesto a que ¡NO! Y es que, se ha convertido en un ritual el comprar, comprar y comprar regalos (muchas veces inútiles) en esta época del año. Además, por otro lado, está la decisión de no querer regalar porque lo diga la fecha…¡ y entonces se te etiqueta de tacaño o de egoísta!En fin, la única solución posible para contentar a todos es, evidentemente, comprar y cuanto más mejor… Y no puedo dejar de pensar que estamos dentro de una rueda que gira a tal velocidad, de la cual es casi imposible bajarse, dominada por la lógica de un consumo masivo y sin sentido.
Lo cierto es que podemos pasarnos años de nuestra vida viviendo nuestra propia realidad y ser felices sin pensar en lo que hay más allá de nuestras fronteras. Pero, un día por error o por pura curiosidad decides investigar, aprender y conocer un poco más sobre aquello que hasta el momento había sido tan simple ante tus ojos. Ese día, es cuando te das cuenta de que la pasividad colectiva es la mejor arma que existe para dirigir una sociedad. Puede parecer dramático e incluso exagerado, pero sinceramente lo creo así.
En nuestro mundo, las sociedades avanzadas, tan solo un 1%, viven a costa de que el otro 99% se muera de hambre, reciba toda nuestra basura, no tenga medicamentos, se les explote laboralmente, etc. y esto es ampliamente conocido por todos, pero decidimos escudarnos en nuestra realidad construida a base de consumir y consumir, antes que pararnos y pensar a donde nos lleva este tipo de sociedad. El documental “Comprar-tirar-comprar”, emitido en La2 hace unas semanas, ponía de manifiesto esta situación tan insostenible para el planeta y hablaba abiertamente de la llamada Obsolescencia Programada. Una mirada inquietante a nuestra forma de consumo indiscriminado que se acrecenta en estas fiestas tan señaladas.
Creo que coincidiréis conmigo en que hemos perdido un poco el norte y que pensamos con demasiada frecuencia que las cosas físicas nos traerán la felicidad, cuando la realidad es que la felicidad no crece en proporción a los bienes que tenemos, sino a la capacidad que tengamos de saber apreciar los pequeños detalles de la vida, como una sonrisa de alguien, levantarte por la mañana al lado de quien quieres, compartir un buen momento con un amigo, etc.
En fin, con este post solo quería compartir con vosotros algunos de los sentimientos encontrados que me suscitan estas fiestas cada vez más consumistas. Espero que os haya servido por lo menos para repensar un poco nuestras actitudes consumistas, que no pasarán inadvertidas a las generaciones futuras cuando descubran nuestro carácter despilfarrador…y ya no haya vuelta atrás para el planeta. Pero, como se suele decir, y bien cierto es: el futuro está en nuestras manos, y sólo variando ciertas actitudes o rutinas podemos cambiar mucho más de lo que pensamos.
¡Por una Navidad Consciente!
¡Felices Fiestas!
Alicia.
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