Las asanas (o posturas) no son más que un camino más para lograr la conexión entre cuerpo y mente.
Voy a empezar por el principio… Desde que tuve a mi segundo bebé, una preciosa niña que ahora tiene 6 meses, sentí la necesidad de reencontrarme conmigo misma. Y es que en dos años, dos embarazos y dos cesáreas… dan para muchos altibajos tanto emocionales como físicos!
Antes de mis dos embarazos solía realizar yoga y meditación como una rutina matinal. Esos “estiramientos” me servían sobre todo para liberar la tensión de la espalda y cuello… y la meditación me ayudadaba a relajarme y a empezar el día con fuerza y positividad.
Durante los dos embarazos no realicé casi nada de yoga debido a las náuseas continuadas que tenía, y así fui olvidando esta práctica que tantas cosas buenas me había traído en el pasado.
Tras el nacimiento de mi hija, hace 6 meses, empecé a no sentirme muy bien internamente (y por supuesto físicamente tampoco – solo me veía con la barriga caída, estrías, unos cuantos kilos más, etc.) y tras varios momentos críticos (y bastantes discusiones con mi pareja), hubo un día en el que mi mente hizo “clic” y decidió dejar de hacer caso al ego y pasar a tomar responsabilidad asumiendo que quizás yo no estaba siendo la persona que debía y sobre todo, QUERÍA ser cada día para mi pareja y para mis hijos.
Fue entonces cuando empecé a retomar la práctica del yoga con ejercicios matinales.
De ahí volví a refrescar los ejercicios de respiración y meditación que tanto consiguen centrarme y hacerme sentir bien… y así poco a poco fui adentrándome de nuevo en esta disciplina milenaria, para acabar decidiéndome por comenzar mi formación como profesora de yoga.
Y así es como tras un gran parón en Green and Trendy (claro reflejo del mismo parón que he experimentado durante este tiempo en mi vida espiritual) he decidido empezar a publicar bajo este DIARIO DE UNA APRENDIZ DE YOGUI y compartir lo que voy aprendiendo en este camino de descubrimiento de lo que significa realmente el YOGA.
Mi primera y principal intención es compartir mi camino contigo, si tú me dejas.
Y NO…
- No soy una gran experta en yoga
- No sé hacer las posturas más complicadas
- No estoy súper en forma
- No me sé todos los nombres en sanskrito para nombrar las asanas
- No pretendo ser quien no soy
- etc, etc.
SOLAMENTE TENGO LA HUMILDE INTENCIÓN DE…
- Ser yo misma con mis logros y fracasos
- Compartir contigo todo lo que aprenda por el camino
- Lograr que te sientas motivada para incluir el yoga y la meditación en tu vida diaria
- Demostrar que el yoga no es solamente hacer posturas bonitas o complicadas… sino que es más bien una forma de ver la vida
Así que lo dicho… aquí comienza el camino ¿te vienes conmigo?
Y precisamente este último punto: “Demostrar que el yoga no es solamente hacer posturas bonitas o complicadas… sino que es más bien una forma de ver la vida” es la primera enseñanza que me llevo.
Cuando comuniqué por primera vez a familia y amigos que me había decidido a empezar mi formación como profesora de yoga…. la primera reacción siempre era algo así como “Qué bien! Pues ya me enseñarás como hacer esas posturas tan chulas boca abajo y solo apoyándote con las manos”.
Sin embargo, tras comenzar a entender mejor qué significa el yoga, he entendido que no es solo eso.
Las asanas (o posturas) no son más que un camino más para lograr la conexión entre cuerpo y mente.
No se trata de hacer la mejor postura, la más fotografiable para Instagram, sino más bien de encontrar ese punto perfecto para ti. El punto en el que puedes sentir la unión entre tu cuerpo, tu respiración y tu mente. Un momento en el que de una vez por todas estás sintiendo el presente.
Y para ello no es realmente necesario hacer las asanas más perfectas o más bonitas… sino trabajar en hacer cada postura con cariño y escuchando tu cuerpo, aprendiendo dónde y cuándo puedes estirar o parar, cuándo inhalar y cuándo exhalar para sentir como fluye la energía interna en cada postura… y, sobre todo, empezar a entender internamente la gran importancia que tiene esta coordinación entre mente y cuerpo para lograr un estado vital pleno y en armonía con nosotros mismos y con el mundo que nos rodea.
Normalmente pasamos los días a toda velocidad con la mente puesta en los planes futuros, preocupaciones, notificaciones, tareas por hacer, etcétera etcétera. Con esta realidad no es raro escuchar que el estrés es el responsable de una gran mayoría de los problemas de salud que tenemos.
Y es que el estrés provoca una serie de respuestas químicas en nuestro cuerpo que a su vez desembocan en bloquear el sistema inmune y así es como quedamos expuestos a enfermedades.
El yoga a través de las asanas, la respiración y la meditación te enseña a controlar tus sentidos y entender cuál es el verdadero poder de una mente concentrada. Así, propone un estilo de vida guiado por el bienestar interno y la calma mental. Propone escucharse más a uno mismo, respirar y valorar cada pequeño detalle de tu día a día, como simplemente el tacto de la sábana en tus pies, el agua de la ducha caliente, el olor del café recién hecho, la brisa matinal cuando roza tu cara, el calor y la luz de sol, una sonrisa, etc.
A través de las asanas y la meditación dentro de la alfombra de yoga se empieza a construir un camino de abundancia en la vida, que cada yogui luego debe transportar a su día a día con la intención de conseguir vivir más plenamente… ya no buscando las respuestas fuera sino dentro de uno mismo.
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