A veces es importante parar un minuto, pensar y reflexionar sobre qué tipo de mundo estamos viviendo. Preguntarnos a nosotros mismos ¿estamos viviendo en una sociedad justa, respetuosa y responsable? ¿A qué dirección nos dirigimos y qué legado dejaremos para nuestras futuras generaciones?

Es la gente ordinaria la que puede hacer cosas extraordinarias en la vida. Todo el mundo puede ofrecer algo a la sociedad si tiene el deseo de hacerlo. De hecho, estamos viviendo en un mundo terriblemente inestable y vulnerable, en el que la mayoría se centra en el poder, la posición, la posesión y el prestigio, pero ignora los aspectos más profundos de los valores humanos: amor, responsabilidad, respeto, armonía y felicidad.

Durante muchos años, la mayoría de las grandes empresas de producción en masa en el sector textil han estado explotando la mano de obra en los países no desarrollados. Vulnerando los derechos laborales fundamentales con trabajo infantil, salarios precarios, desigualdad de género, condiciones de trabajo peligrosas, etc. Básicamente, abusando de los derechos humanos, la dignidad de las personas y manipulando los precios en el mercado.

Sin embargo, en los últimos años, ha proliferado el movimiento de la denominada moda lenta o Slow Fashion dentro del sector de la moda sostenible, aumentando su presencia de forma pausada pero segura. Actualmente hay una necesidad de cambio radical en el mundo de la industria de la moda.

El Slow Fashion es, sin duda, una alternativa consciente a la moda rápida o Fast Fashion, liderado por muchas marcas emergentes y diseñadores que están comprometidos a promover los valores de sostenibilidad, mayor durabilidad de las prendas, mejor calidad y un compromiso con las prácticas de trabajo éticas.

Por el contrario, el Fast Fashion se asocia con el concepto del tiempo, acelerando los ritmos de producción, consumo y tendencias, mediante una producción rápida en gran cantidad, en masa, abaratando costes y calidades, vendiendo moda desechable a bajo precio.

El Slow Fashion viene pisando fuerte, animando a la gente a un consumo más responsable, con conciencia sobre la sostenibilidad, la justicia social y el impacto ambiental en nuestro planeta a través del diseño, innovación y creatividad, la utilización de tejidos y tintes naturales con mayor calidad y durabilidad.

El concepto de Slow Fashion promueve la transparencia de los procesos de producción, introduciendo la trazabilidad de las prendas. De forma que el consumidor sepa quién, dónde y en qué condiciones se ha elaborado la ropa que lleva.

Las encuestas indican que los consumidores aceptarán un precio más alto por la ropa que viene con algún tipo de garantía ética. En septiembre de 2013, una encuesta de YouGov mostró que el 74% de los compradores del Reino Unido estaría feliz de pagar un 5% extra -ahora sería incluso más-, si se les asegurara que los trabajadores eran pagados de manera justa y trabajaban en condiciones seguras.

Así que a la pregunta ¿El Slow Fahion puede dominar e imponerse al Fast Fashion? La respuesta es sí, ya que el Slow Fashion representa una alternativa de consumo más responsable, que tiene su proceso de concienciación, awareness, y lleva su tiempo. Además, es necesaria la cooperación entre las marcas sostenibles emergentes y los diseñadores que se preocupan por las personas y el planeta, colaborando juntos para concienciar a las personas de la importancia del impacto ambiental y social del sector textil. Empoderando al consumidor, quién con sus decisiones es el que al final puede contribuir a que la sociedad actual sea más igualitaria y próspera para todos, cambiando el rumbo del mundo de la moda para construir un mundo más sostenible entre todos.