Las cremas veganas son una opción perfecta para comer de forma saludable y muy ligera durante la época estival.
Seguro que coincides conmigo en que con este calor veraniego, lo que más apetece es tomar cosas fresquitas y ligeras. Por eso, hoy te traigo dos cremas que, aunque funcionan genial para todo el año, se disfrutan especialmente en verano, ya que se pueden tomar frías. Son muy saludables porque sólo contienen verduras y no es necesario ningún tipo de nata o mantequilla para darles cremosidad… son cremas veganas.
La primera receta es la CREMA CRUDIVEGANA DE CALABACÍN y AGUACATE. Y sí, solo lleva eso y un poquito de vinagre de umeboshi para darle un toque especial. Este vinagre no es como el vinagre convencional. Se obtiene de una ciruela de origen japonés (que recibe el mismo nombre) fermentada sin llegar a la maduración durante aproximadamente 2 años.
Se toma en pequeñas cantidades y tiene propiedades muy buenas para nuestro organismo porque estimula el intestino, el hígado y la vesícula, metaboliza el exceso de azúcar y alcaliniza la sangre. ¡Todo un tesoro que deberíamos incluir en nuestra dieta!
En mi caso suelo comprar el de la marca La Finestra Sul Cielo y lo puedes encontrar en cualquier tienda de alimentación ecológica.
Ingredientes para dos personas:
2 calabacines (si son muy grandes, uno y medio)
1 aguacate
1 chorrito de vinagre de umeboshi
Preparación:
En una batidora de vaso coloca los calabacines cortados a trozos y el aguacate. Añade 3 dedos de agua y un chorrito de umeboshi. Pon sal al gusto y bate hasta conseguir una mezcla cremosa (añade más agua hasta conseguir la textura deseada).
*Si quieres añadirle aún más sabor, espolvorea la crema con una mezcla de semillas de sésamo, algas secas y lino molidas y unos trocitos de calabaza pasada por el horno (como en la foto)*
La segunda receta es la CREMA VEGANA DE REMOLACHA Y CEBOLLA. En este caso los alimentos los cocinaremos a fuego lento con agua y aceite de coco. No sé si habréis probado alguna vez a cocinar con este tipo de aceite, pero es otro de los elementos que no debería faltar en tu cocina si quieres iniciarte en una dieta saludable.
El aceite de coco, a diferencia del aceite de oliva o girasol, no cambia su composición al entrar en contacto con el calor, y sus propiedades permanecen intactas. Ayuda a aumentar los niveles de colesterol bueno y reduce los niveles del malo. Así que, este tipo de aceite es perfecto para cuando queremos sofreir o pochar algunos alimentos, sin riesgo de sumar grasas innecesarias a nuestra dieta. Por otra parte, el aceite de coco tiene también propiedades antifúngicas y antibióticas, antiflamatorias, mejora las condiciones diabéticas, etc.
IMPORTANTE!! Cuando vayamos a comprar el aceite de coco hay que asegurarse siempre de que proceda de cultivo ecológico y que haya sido obtenido a baja temperatura. De esta manera sabremos que mantiene sus propiedades antioxidantes y sus grasas saludables sin haber sufrido alteración alguna.
En mi caso suelo comprar el Aceite de Coco ecológico del Herbolario Navarro, aunque hay otras marcas como por ejemplo NaturGreen o Dr. Goerg.
Ingredientes para dos personas:
2 cebollas
2 remolachas
2-3 cucharadas de aceite de coco
Preparación:
1.Calentar el aceite de coco a fuego lento en una olla. Cortar la cebolla a trocitos y poner dentro de la olla. Ir removiendo para que no se queme y cuando la cebolla esté doradita añadir la remolacha, que previamente habremos cortado en trozos (no hace falta que sean demasiado pequeños).
2. Una vez tenemos los alimentos en la olla, añadir 1 o 2 dedos de agua (sin que llegue a cubrir los alimentos). Dejar a fuego lento durante unos 2 minutos. Es recomendable ir removiendo cada 5 o 10 minutos para evitar que se pegue.
3. Una vez pasado este tiempo, sacar de la olla en un cuenco grande y dejar enfriar durante 5 o 10 minutos, y verterlo todo en la batidora de vaso para hacer la crema. Añadir sal al gusto y batir hasta que se quede una mezcla cremosa. Se puede añadir más agua si hace falta.
*Si quieres añadirle aún más sabor, espolvorea la crema con una mezcla de semillas de sésamo y lino molidas y muchas pipas de calabaza (como en la foto destacada)*
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