Descubriendo bolsos únicos y sostenibles con Irema

Creados realizando upcycling, cada componente de los bolsos sostenibles de Irema son piezas únicas que cuentan historias de vidas pasadas.

Nos acercamos a la firma de bolsos sostenibles Irema con la entrevista a su artista y creadora Verónica. A través del upcycling consigue crear piezas únicas e irrepetibles que le otorgan un valor añadido a cada pieza. Bolsos que al final transmiten otra forma de entender la moda y un estilo vida más slow.

¿Quién forma Irema? Irema es mi proyecto personal, me llamo Verónica, soy licenciada en Bellas Artes y doctorada en Educación Artística por la universidad de Barcelona. Mi marido, Oscar, como buen ingeniero, lleva la gestión económica de la empresa. Esther y Julia de Handmade Press, se encargan de llevar las redes sociales de Irema. Mi hija Irene de cinco años también participa haciendo de modelo. Por cierto, le encanta!

¿Habías trabajado antes en el mundo de la moda? Más bien he recibido de manera indirecta los efectos del mundo de las modistas. Pasé gran parte de mi infancia en un taller de costura y desde pequeña me acostumbré a estar entre encajes, listones y telas. Me encantaba coser y diseñar vestidos para mis muñecas. Incluso llegué a tener una máquina de coser manual a medida para niñas, de esas que ahora son unas reliquias vintage muy apreciadas. Ya con 16 años, me cosía la ropa. Ahora he vuelto a retomar el diseño y la costura -me arrepiento de no haberlo hecho antes- así que me siento como una niña con zapatos nuevos. Pienso que el oficio de la costura conserva la esencia de lo auténtico de esta actividad. Porque, aunque hoy las empresas textiles cosen de manera industrial, las máquinas, por mucho que evolucionen, no pueden sustituir la precisión de una mano experta enhebrando una aguja ni tiene el valor de lo hecho a mano en el que prima el buen hacer y la inspiración.

Verónica, creadora de Irema, con la modelo Irene

¿En qué momento decides crear Irema? Irema nace como una prolongación bastante lógica de mi manera de entender el mundo y vivir la vida, sumada a mi pasión por el mundo de la costura y el arte. Por ejemplo, en esta manera de entender el mundo y la vida, resulta clave el hecho de vivir fuera de la ciudad. Nuestro pueblo, Sant Julià de Vilatorta está rodeado de una naturaleza potente que ayuda a replantearse el orden de las cosas. Así por ejemplo, en la familia que tenemos Oscar, yo y mis dos hijos, Matías e Irene, nos hemos replanteado el orden de prioridades. Tenemos una jerarquía de acciones slow para cubrir nuestras necesidades como familia de clase media en plena crisis económica y habitantes de un planeta altamente contaminado. De mayor a menor importancia nuestras preferencias irían más o menos así: 1) Usa lo que tienes todo lo que puedas 2) presta y comparte 3) intercambia 4) aprovecha cosas de segunda mano 5) hazlo tú mismo (y si quedan bonitas y bien hechas, aún mejor) 6) compra

¿Cuáles son los principios bajo los que Irema crea sus bolsos? En Irema nos interesan las prácticas sostenibles. Valoramos las cosas bien hechas, realizadas de manera artesanal, local y, sobre todo, respetamos a las personas que están implicadas en la producción. Apostamos por el uso racional de los recursos. Por eso, siempre procuramos reutilizar, por tanto trabajamos con retales. Por ejemplo, aprovechamos muchos materiales que de otro modo podrían acabar en el vertedero. Como bien se dice, la basura de uno puede ser el tesoro de otro.

Pequeños retales de tela y piel cortados a círculos

Queremos sacarle partido a cada retal, trozo de piel, cinta, cremallera y botón que llega a nuestras manos porque cada uno tiene su historia. Recuperamos ropa de segunda mano, material de saldos, restos de tapicería, mercadillos, viejos sofás de cuero, partidas de tela descartadas, ropa que ya ha cumplido su vida “útil”, etc. Cada bolso Irema es único e irrepetible. Confeccionamos cada pieza a fuego lento y con mucha paciencia.

Tenéis bolsos muy diferentes y únicos ¿Dónde encontráis la inspiración? En general, en la industria manufacturera, primero se piensa el modelo y luego se buscan los materiales que se necesitan para hacerlo. Mi proceso es completamente al revés. Veo primero qué es lo que tengo y luego pienso qué puedo hacer con ese material. Es el material el que me va orientando por dónde tirar. Lo mismo ocurre al combinarlos entre sí. Funcionan como un puzzle del cual desconozco la imagen original y voy construyéndolo un poco a ciegas. Por ejemplo, hace poco conseguimos unas velas de windsurf. No pensé qué podíamos hacer con ellas hasta que delante de éstas, vi el estado en que estaban, el tipo de material, y se me ocurrió que a lo mejor podríamos hacer unas bandoleras. En eso estoy ahora.

Por otra parte, el diseño de cada bolso nace de mirar mucho. Por ejemplo, una excelente fuente de inspiración son los bolsos que llevan las mujeres por la calle. Muchas veces las paro y les digo “oye, puedo hacerle una foto a tu bolso? Es que soy diseñadora y me ha encantado”. Generalmente me dicen que sí

¿Qué materiales utilizáis? Básicamente lo que nos llega a las manos, telas de partidas fallidas, retales provenientes de la confección de prendas de vestir, tela de colchones, mucho residuo de pieles de todos los colores y tipo, muestrarios de tapicería, etc. Siempre con la idea en mente de poder darle una nueva vida a materiales o que han sido descartados porque están dañados, en desuso, o bien que ya han cumplido con su vida útil, al menos para la que fue diseñado. Nuestra política es generar cero residuos o al menos minimizarlos: por ejemplo, buscando formas de utilizar recortes de retales.

Componentes de la colección de bolsos de playa de este verano

¿Cuál es el principal problema que se encuentra un diseñador cuando decide crear sus colecciones bajo las premisas de sostenible y hecho a mano? En el caso nuestro, es el de gestionar adecuadamente la producción a nivel logístico y económico. Producir menos, a mano, de manera local, de forma ética respetando a los implicados, sacándole partido hasta el trozo más pequeñito de tela, altera los modelos de producción y aumenta los costes. Incluso el espacio se tiene que organizar de manera diferente y según las necesidades. Esa imagen de taller de costureras con su máquina empotrada en una mesa, una detrás de la otra no es eficiente ni lógica para nosotros, porque fue diseñada para producir cantidades de ropa bestiales. Tampoco, la gestión de los materiales, los stocks, nos funciona a la vieja usanza.

¿Cómo puedes controlar lo que te queda de retales diversos de tela, o de ropa que sólo puedes aprovechar un trozo, o de un forro de colchón de los antiguos de lana, o de una vela de windsurf? ¿cómo lo mides o bien cómo lo clasificas? ¿por centímetros, por color por peso, por categoría….? Tenemos un asesor de la Secot que lleva unos verdaderos quebraderos de cabeza intentando buscar fórmulas que nos ayuden a organizar los tiempos y los espacios… y clasificar lo que tenemos para saber qué podemos hacer con ello… y que los costes no sean prohibitivos.

¿Cómo sabe el consumidor que está comprando realmente prendas sostenibles? Para mí, aquello que es sostenible contempla cuatro aspectos: producir poco; producir de manera ética; producir respetando el medio ambiente y evitando contaminar (para esto está la certificación Gots para las telas, por ejemplo); y re-uilizando materiales, es decir optando por el upcycling, disminuyendo así la generación de residuos.

Nosotros tenemos una producción limitada. Todo es hecho a mano y cada bolso es una pieza única; la colección es producida de manera local, respetando a las personas implicadas en esta producción. En el caso del upcycling, muchas veces los materiales que utilizamos tienen rastros de su vida anterior , el desgaste propio de su uso y eso no se intenta de ocultar. Por ejemplo, en el caso de las telas de colchones de lana que utilizamos, a veces dejamos a la vista el orificio por donde se pasaban las cintas para amarrar el relleno. O en el caso de la piel, se ven las puntadas de la antigua costura. Pensamos que estos aspectos no se deben ocultar sino al contrario, potenciar, porque no sólo da cuenta de la biografía del material, de su historia sino puede llegar a ser un componente estético hermoso si se lo potencia.

También en nuestro blog vamos explicando el proceso de producción de cada colección, para que las clientas conozcan el proceso. Ahora, tenemos las intención de añadir unas etiquetas explicando de manera sintética el proceso de elaboración y los materiales empleados. Esto se está usando bastante y pensamos que es un acierto. Las etiquetas son una parte esencial de una prenda de vestir o de un accesorio y una gran manera de comunicarse opciones sostenibles a los consumidores. Por ejemplo incluyendo información sobre la construcción ética.

La moda sostenible es todavía algo minoritario por desgracia ¿crees que llegará el momento en el que la industria de la moda cambie en este sentido? Yo pienso que sí, no sé si de manera radical, pero es evidente que el modelo de fast fashion es insostenible en el tiempo, no sólo por cuestiones medioambientales sino económicas. Y no bastará con que las grandes multinacionales de la moda opten por un modelo económico circular para gestionar los propios desechos que generan. Parte de la solución pasa por comprender los costes reales de la producción de moda a nivel humano y medioambiental, y eso implica que si se quiere crear una industria de la moda sostenible es necesario repensar la forma en que se diseña, se produce, se consume y se dispone de la moda. Es necesario corregir la moda, por así decirlo.

Por otra parte, si bien es cierto que el consumidor está bastante alejado de los productores de moda y el origen de sus productos y que por tanto no ve la contaminación que producen sus hábitos de consumo, de a poco, también se comienza a cambiar de mentalidad de modo que mirar para otro lado cada vez resulta más difícil ante tanta evidencia. Esa distancia ente consumidor y productor se empieza a acortar, lo cual me parece fantástico. Por eso pienso que es importante continuar haciendo visible algunas prácticas de la producción y el consumo que hasta hace poco eran absolutamente invisibles o bien, se pensaba que eran prácticas del siglo antepasado, como por ejemplo (la constatación de que los salarios no llegan al mínimo requerido en determinados países para tener una vida digna; el trabajo infantil; la contaminación ambiental producto de la deslocalización de los procesos de producción que conlleva un transporte masivo, la generación de toneladas y toneladas de ropa desechada, etc). Por eso pienso que educar al consumidor de manera activa es fundamental, es decir, no desde una política evangelizadora (esta es la verdad, abre los ojos!) sino educar para convertirnos en prosumidores.

Los prosumidores tienen parte de la responsabilidad y pueden hacer algunas cosas para ayudar en el proceso de transición hacia una moda más sostenible: comprar productos orgánicos , exigir una reducción al mínimo del uso de pesticidas , comprar telas eco en lugar de telas sintéticas ( a base de petróleo ) , y evitar las telas que han sido procesados químicamente.

Los prosumidores pueden prestarse la ropa , ir de compras a tiendas de segunda mano , donar o reciclar los artículos no usados o bien comprar detergentes que son más respetuosos con el medio ambiente. Educar para convertirnos en prosumidores, también pasa por implicarse en la producción de una prenda de vestir o de un accesorio. De este modo, uno se lo piensa más a la hora de desechar esta prenda porque se ha descosido o está desteñida o ha pasado de moda. La arregla, la adapta, la tiñe, etc, porque está el componente afectivo que surgió en el momento de crearlo, de tejerlo, de coserlo, de bordarlo, etc. Pienso que un taller de upcycling en las escuelas, debería ser algo real e importante en la malla curricular.